Argentina
November 30, 2017
Algunos autores del estudio, Carlos García-Mata (der.), Juan Martín D’Ambrosio, Denise Scuffi, Gabriela Gonorazky, Ana M. Laxalt, Luciano Di Fino y Andrés Arruabarrena.
Botrytis cinerea es el patógeno responsable de la “podredumbre gris”. El trabajo fue liderado por científicos del CONICET y de la Universidad Nacional de Mar del Plata y podría aplicarse también a cultivos de papas.
(30/11/2017 -Agencia CyTA-Fundación Leloir)-. Un método de silenciamiento genético sienta bases para frenar a uno de los 10 patógenos más virulentos que amenaza al tomate, el cultivo hortícola más demandado en la Argentina, con una producción de 540 mil toneladas al año y uno de los principales rubros facturados en supermercados, según el INTA.
Se trata del hongo Botrytis cinerea, el agente responsable de la “podredumbre gris” que afecta a más de 200 especies vegetales. En el tomate afecta hojas, flores y frutos, incluso durante su almacenamiento. “Es un patógeno que produce moléculas, toxinas y enzimas que inducen en la planta infectada procesos que conducen a la muerte celular”, indicó a la Agencia CyTA-Leloir la doctora Gabriela Gonorazky, miembro del grupo de “Mecanismos de señalización en plantas” del Instituto de Investigaciones Biológicas (IIB), dependiente del CONICET y de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMDP).
El estudio liderado por científicos de Mar del Plata permitió desarrollar tomates resistentes al patógeno responsable de la “podredumbre gris”.
En el estudio, publicado en la revista “Molecular Plant Pathology”, Gonorazky y su equipo silenciaron un gen de la planta del tomate (S1PLC2). “Estas plantas resultaron ser menos susceptibles al hongo, es decir, presentaron menos síntomas de enfermedad y menor grado de necrosis (muerte) en sus hojas que las plantas no silenciadas”, afirmó la investigadora. Y agregó: “Es un paso hacia el desarrollo de cultivos que sean resistentes a esta enfermedad”.
Para silenciar el gen S1PLC2, los autores del trabajo emplearon la bacteria Agrobaterium tumefasciens transformada con un vector viral, el cual expresa una parte de la secuencia del gen SlPLC2. Las plantas son infiltradas con esta bacteria modificada y el vector viral expresa dicha secuencia de SlPLC2 en forma sistémica. “La planta detecta esta secuencia como si se tratara de un virus y degrada tanto la producida por el vector como la propia. “Este tipo de silenciamiento es transiente, es decir, no es heredado por la siguiente generación”, indicó la científica de Mar del Plata.
Ahora, el objetivo del grupo marplatense es lograr el mismo objetivo con una técnica de edición de genes que se llama “CRISPR/Cas” que permite el silenciamiento estable de genes. Esta técnica fue creada por las doctoras Emmanuelle Charpentier, del Instituto Max Planck, en Alemania, y Jennifer Doudna, del Instituto Médico Howard Hughes, en Estados Unidos: ambas ganadoras del premio internacional L’Oréal UNESCO “Por las Mujeres en la Ciencia” 2016.
“La ventaja de esta técnica es que no implica insertar ADN de otros organismos (como ocurre con las especies transgénicas) y funciona como una ‘tijera molecular´ que corta y elimina de manera específica el gen de interés”, explicó Gonorazky. La idea es aplicar esta técnica en tomate y otras especies de interés agronómico como la papa, especie vegetal emparentada con el tomate por pertenecer a la misma familia (Solanáceas). “Lo interesante es que el genoma de papa también tiene el gen SlPLC2. Por tal razón queremos ver si se puede desarrollar resistencia en este cultivo frente a los patógenos que lo afectan”, subrayó Gonorazky.
En estas líneas de investigación también participan Ana Laxalt, Carlos García-Mata, directora y co-director del grupo, respectivamente, Juan Martín D’Ambrosio, Denise Scuffi, Andrés Arruebarrena Di Plama y Luciano Difino, del IIB, CONICET-UNMdP.