Washingotn, DC
April 10, 2008By
Ann Perry
 |
A sampling of leaves from
different Carolina collard landraces clearly shows leaf
variation among them.
Photo by Mark Farnham. |
Some people comb through
neighborhood yard sales and secondhand stores to find that
one-of-a-kind treasure. Agricultural Research Service (ARS)
plant geneticist
Mark Farnham used similar tactics—but on a much larger
scale—in his search for distinctive varieties of Carolina
collards.
Collard, a cole crop related to
broccoli, cabbage and cauliflower, has always been a local
staple in the South. But its commercial cultivation expanded
dramatically in the 20th century, and is now dominated by a few
hybrid varieties.
Farnham, at the
U.S. Vegetable Laboratory in Charleston, S.C., teamed up
with Clemson University
entomologist Powell Smith and
Emory & Henry College
geographers John T. Morgan and Edward Davis to look for unique
collard varieties in the Carolina coastal plains.
The team of collectors wanted
to find and preserve "heirloom" collards, local varieties of the
leafy vegetable that had been cultivated from seeds passed down
through generations. So for several years, they traveled through
North Carolina and South Carolina in the late winter looking for
signs of local collard production: dark green collard leaves or
bright yellow blossoms.
If Farnham and his colleagues
found a field where heirloom collards were being cultivated,
they asked the owner if they could collect some of its seeds.
During their travels, most of the growers they met—people who
grew collard in garden plots for their own use, or to sell at
local markets—were at least 70 years old.
The research team collected 87
distinctive collard seed samples from these small
gardens—varieties that might otherwise have disappeared in the
near future. Additional research is needed to see if these finds
contain genetic material that plant breeders could use to
enhance popular commercial collard hybrids and other cole crops.
The collard seeds are now kept
in the U.S. Plant Introduction Collection of vegetable Brassicas
in Geneva, N.Y., where scientists maintain facilities for the
preservation of plant germplasm.
Read more about this research in the April 2008 issue of
Agricultural Research magazine.
ARS is the
U.S. Department of Agriculture's
chief scientific research agency.
Preservando una colección única de la
col forrajera de Carolina
Alguna gente rebusca por ventas
de patio y tiendas de segunda mano para encontrar un tesoro
único.
Mark Farnham, quien es genetista de plantas con el Servicio
de Investigación Agrícola (ARS),
usa tácticas similares—pero en una escala más grande— en su
búsqueda para variedades distintivas de la col forrajera de
Carolina.
La col forrajera, un cultivo
relacionado al brócoli, repollo y coliflor, siempre ha sido un
alimento básico en la región sureña de EE.UU. Pero su
cultivación comercial se expandió dramáticamente en el siglo XX,
y ahora es dominada por unas pocas variedades híbridas.
Farnham, quien trabaja en el
Laboratorio Estadounidense de Verduras mantenido por el ARS
en Charleston, Carolina del Sur, colaboró con Powell Smith,
quien es entomólogo con la
Universidad de Clemson, y John T. Morgan y Edward Davis,
quienes son geógrafos con el
Colegio de Emory y Henry,
para buscar variedades únicas de la col forrajera en las
llanuras costeras de Carolina.
El grupo de coleccionistas
querían encontrar y preservar las variedades tradicionales de la
col forrajera—es decir, variedades locales de esta verdura
hojosa que han sido cultivadas de las semillas pasadas de
generación en generación. Por varios años, los investigadores
viajaron por Carolina del Norte y Carolina del Sur durante el
invierno para buscar indicios de la producción local de la col
forrajera: las hojas de color verde oscuro o las flores de color
amarillo vivo.
Si Farnham y sus colegas
encontraban un campo donde la col forrajera tradicional estaba
siendo cultivada, ellos le preguntaban al dueño si podrían
recoger algunas de las semillas. Durante sus viajes, la mayoría
de los cultivadores encontrados—las personas que cultivan la col
forrajera para sí mismos en un jardín, o para vender en los
mercados locales—tenían por lo menos 70 años de edad.
Los investigadores colectaron
87 muestras distintivas de semillas de la col forrajera de estos
jardines pequeños—variedades que de otra manera podrían
desaparecer en el futuro próximo. Investigaciones adicionales se
necesitan para determinar si estas muestras contienen material
genético que los criadores de plantas podrían usar para aumentar
los híbridos populares comerciales de la col forrajera y otros
cultivos de col.
Las semillas de la col
forrajera ahora son mantenidas en la Colección Estadounidense de
Introducción de Plantas de las verduras Brassicas en Geneva,
Nueva York, donde hay una instalación para la preservación del
germoplasma de plantas.
Lea más sobre esta investigación en la revista 'Agricultural
Research' de abril 2008.
ARS es la agencia principal
de investigaciones científicas del
Departamento de Agricultura de
EE.UU. |