Washington, DC
October 5, 2006
ARS News Service
Agricultural Research Service, USDA
Jan Suszkiw, (301) 504-1630,
jan.suszkiw@ars.usda.gov
Using the tools of molecular genetics, Agricultural Research
Service (ARS) scientists are deconstructing the toxin-making
machinery of the fungus Fusarium verticillioides to find clues
to its contamination of corn.
Contamination of corn by fumonisin, a mycotoxin produced by the
fungus, can diminish the quality and value of the kernels or
render them unsafe to eat, according to David Kendra. He is a
microbiologist at the ARS National Center for Agricultural
Utilization Research (NCAUR) in Peoria, Ill.
There, Kendra and ARS research colleagues Daren Brown, Robert
Butchko, Ronald Plattner and Robert Proctor are searching for
genes that enable F. verticillioides to produce the mycotoxin,
as well as to rot the ears and stalks of susceptible corn. Clues
emerging from an examination of such genes and how they work in
concert may reveal a chink in the fungus’ armor worth
exploiting. One possibility is to formulate sprays that disrupt
the fungus’ toxin synthesis, or perhaps its formation of
critical spore pigments, according to Kendra, who oversees
NCAUR’s Mycotoxin Research Unit.
First, though, Kendra’s team, together with collaborators from
five other research institutions, must finish compiling the
equivalent of “genetic snapshots” of the fungus. They want to
capture them during particular fungal stages, such as while it’s
germinating, spreading through the plant’s vascular system, or
making fumonisin.
One high-tech tool used to do this is the microarray. It enables
the detection of genetic activity in tiny snippets of
ribonucleic acid material taken from the fungus. The work, begun
in 2001, has led to the identification of nucleic acid sequences
for 80 percent of F. verticillioides genes, Kendra reports.
Some early findings include microarray evidence that many of the
same genes the fungus uses to infect field corn are also active
during its attacks on sweet corn varieties. The scientists also
identified a new fumonisin gene, FUM20, plus nine others that
may regulate its synthesis, according to a more detailed story
in the October 2006 issue of Agricultural Research magazine,
available online at:
http://www.ars.usda.gov/is/AR/archive/oct06/fungi1006.htm
That issue highlights agency food safety research.
ARS is the U.S. Department of Agriculture’s chief scientific
research agency.
Científicos buscan pistas genéticas en un hongo
Servicio Noticiero del Servicio de Investigación Agrícola (ARS
siglas en inglés)
Departamento de Agricultura (USDA siglas en inglés)
Jan Suszkiw, (301) 504-1630,
jan.suszkiw@ars.usda.gov
Con el uso de herramientas de la genética molecular, científicos
del Servicio de Investigación Agrícola (ARS) están analizando el
mecanismo que produce toxinas del hongo Fusarium verticillioides
para descubrir indicios sobre su capacidad de contaminar el
maíz.
La contaminación del maíz por la fumonisina, la cual es una
micotoxina producida por el hongo, puede disminuir la calidad y
el valor de las semillas o hacerlas inseguras para el consumo,
según David Kendra. Él es un microbiólogo supervisor con el
Centro Nacional para la Investigación de Utilización Agrícola
(NCAUR por sus siglas en inglés), mantenido por el ARS en
Peoria, Illinois.
Allí, Kendra y sus colegas Daren Brown, Robert Butchko, Ronald
Plattner y Robert Proctor están buscando los genes que permiten
F. verticillioides a producir la micotoxina, así como pudrir las
espigas y los tallos del maíz susceptible. Los indicios que
emergen de un examen de tales genes y cómo ellos funcionan
juntos podrían revelar un punto débil en el hongo que vale la
pena explotar. Una posibilidad es formular rociadas que
interrumpen la síntesis de la toxina del hongo, o posiblemente
su formación de pigmentos esenciales de esporas, según Kendra,
quien dirige la Unidad de Investigación de Micotoxinas, parte de
NCAUR.
Primero, sin embargo, el grupo de Kendra, junto con
colaboradores de cinco otras instituciones de investigación,
necesitan terminar de recopilar lo equivalente de "fotos
instantáneas genéticas" del hongo. Ellos quieren captúrarlas
durante etapas particulares de la vida del hongo, tales como
cuando está germinando, transmitiéndose por el sistema vascular
de la planta, o produciendo fumonisina.
Una herramienta de alta tecnología usada para estos estudios se
llama el "microarray". Esta herramienta permite la detección de
actividad genética en fragmentos minúsculos de la materia del
ARN extraído del hongo. Este trabajo, comenzado en 2001, ha
conducido a la identificación de secuencias de ácido nucleico
para el 80 por ciento de los genes de F. verticillioides,
reporta Kendra.
Algunos hallazgos previos incluyen evidencia de microarray de
que muchos de los mismos genes del hongo usados para infectar el
maíz del campo también son activos durante sus ataques en las
variedades dulces de maíz. Los científicos también identificaron
un nuevo gen llamado FUM20 que tiene un papel en la producción
de fumonisina, así como nueve otros genes que podrían tener un
papel en regular el síntesis de fumonisina, según un artículo
más detallado en la revista 'Agricultural Research' de octubre
2006. Esta edición de la revista destaca las investigaciones del
ARS sobre la seguridad alimentaria.
http://www.ars.usda.gov/is/AR/archive/oct06/fungi1006.htm
ARS es la agencia principal de investigaciones científicas
del Departamento de Agricultura de EE.UU.
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