Havana, Cuba
September 24, 2008
Source: Centro de Ingeniería
Genética y Biotecnología
Cuba investiga la posible
obtención de plantas genéticamente modificadas, e incluso, hay
varias de ellas en diferentes estadíos de desarrollo, informó el
doctor Carlos Borroto, vicedirector del
Centro de Ingeniería Genética y
Biotecnología (CIGB), en el VI Seminario Internacional de
Sanidad Vegetal.
En el evento, que sesiona hasta el viernes, se dan cita 200
especialistas y estudiosos de América y Europa, para debatir
sobre temas relacionados con la protección de plantas, el
diagnóstico e identificación de plagas en la agricultura
tropical, la inocuidad alimentaria, y los plaguicidas químicos y
su impacto ambiental, entre otros.
En declaraciones a JR, Borroto explicó que aunque Cuba no
siembra comercialmente organismos genéticamente modificados,
estos pueden tener un impacto en la agricultura cubana, siempre
que se manejen adecuadamente.
«Nosotros somos una de las pocas naciones que en el sector
público dominamos la tecnología y tenemos las posibilidades de
llegar hasta el final del proceso con un resultado importante
para el país.
«Estamos enfrascados en ello de una manera seria, segura. El
cultivo más adelantado en este momento es el de un maíz con dos
caracteres modificados: será resistente al insecto denominado
comúnmente “palomilla”, el cual constituye la plaga más
importante para este grano en Cuba, y además a un herbicida».
Según precisó el también jefe del Programa Nacional de
Biotecnología Agropecuaria, en el proyecto participan además el
Centro Nacional de Seguridad Biológica, que vela por su
seguridad ambiental, y el Instituto Nacional de Higiene y
Epidemiología, que debe aprobar el consumo humano.
«Este proceso tiene varias etapas: la escala de laboratorio, la
de casas de cultivo, la de parcela experimental, y de ahí a la
penúltima fase, en la que nos encontramos ahora, que consiste en
desarrollar ensayos en distintos territorios, para probar el
comportamiento del gen en diferentes ambientes, suelos,
climas...
«En cada una de estas fases debemos demostrar eficacia —el gen
debe funcionar, producir una toxina que mate al insecto—, y
seguridad, o sea, que dicha toxina no sea dañina a las personas
ni al ambiente.
«Los ensayos actuales cubren una hectárea, y pretendemos ir a
una segunda escalada, de diez hectáreas. Si tenemos resultados
tan satisfactorios en esta nueva variante, estamos planteando en
el año 2009 hacer una extensión un poco mayor. |
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