Spain
June 8, 2009
Source: Rocío Gómez Rodríguez,
Andalucía Innova
Expertos del grupo de investigación Química Analítica de
Contaminantes de la Universidad de
Almería, liderados por Francisco Egea González, definen un
nuevo traje de protección individual para la aplicación de
productos sanitarios en el modelo de agricultura almeriense, que
se traduce en una prenda con propiedades mixtas –confeccionado
con un material impermeable y otro transpirable–. A esta
conclusión se llegó tras observar que la mayoría de las guías de
prevención de riesgos labores son efectuadas por especialistas
del norte de Europa, donde las condiciones climáticas difieren
en demasía con las presentes en nuestra latitud o en el interior
de un invernadero. El estudio ha sido posible gracias a un
incentivo de 12.000 euros otorgado por la Consejería de Empleo
de la Junta de Andalucía.
En la provincia andaluza que abastece el mercado europeo de
frutas y hortalizas los esfuerzos por implantar prácticas
agrícolas cada vez más sostenibles son evidentes. Al interés del
tejido productivo en la disminución del uso de productos
químicos se une la preocupación por la salud laboral de los
trabajadores, sobre todo en aquellas tareas que implican la
aplicación de fitosanitarios a los cultivos. Actualmente, existe
un sinfín de equipos protectores (EPIs) y guías de prevención de
riesgos labores, que estiman las pautas a seguir por los
empleados para evitar cualquier daño sobre su organismo.
No obstante, la mayoría de estos trabajos de investigación, y
sus consecuentes publicaciones, son efectuadas por especialistas
procedentes de los países del norte de Europa, donde las
condiciones climáticas difieren en demasía con las presentes en
nuestra latitud. Este hecho se traduce en que el uso de las
prendas de protección indicadas en dichas guías es inviable en
nuestra región, en un elevado porcentaje, ya que la mayoría de
los trajes no son transpirables.
![](../graphics/26438.jpg) |
Un
operario aplica productos fitosanitarios en un
invernadero almeriense
|
![](../graphics/26438a.jpg) |
Francisco Egea instala el instrumental para medir la
calidad del aire en un invernadero |
|
El uso de estas prendas ofrece
gran protección frente a la exposición a compuestos
fitosanitarios pero, al mismo tiempo, someten al trabajador a
cierto estrés térmico. Esta situación conlleva consecuencias muy
severas, como por ejemplo la aparición de un golpe de calor. De
otra parte, el estrés térmico, provocado por el calor y el
conjunto de EPIs que soporta el operario, activa su metabolismo
aumentando la absorción por vía dérmica de los productos
recibidos. Según Francisco Egea González, investigador de la
Universidad de Almería, “para definir adecuadamente un equipo de
protección individual debe tenerse en cuenta, además del grado
de protección que proporcione, la tarea que se realiza con el
mismo y las condiciones climáticas presentes”.
En este sentido, expertos del grupo de investigación Química
Analítica de Contaminantes de la UAL, acaban de concluir un
proyecto dirigido a evaluar el grado de protección que
proporcionan los diferentes EPIs existentes en el mercado, desde
el más impermeable al más permeable. “Este estudio sólo
contempla la exposición dérmica porque, al contrario del
pensamiento general, los fitosanitarios presentan su principal
riesgo por vía cutánea”, explica Egea González, investigador
responsable de este estudio.
Y es que cuando el trabajador percibe el plaguicida mediante el
olfato, tiende a protegerse usando una mascarilla. Sin embargo,
a pesar de que el riesgo es mucho mayor, esta percepción no es
tan evidente frente a la exposición cutánea. La cantidad de
fitosanitarios que penetran por la piel es superior a la
respirada en torno al 90%, también su peligrosidad es superior,
ya que los tóxicos son acumulados en los tejidos y de ahí pasan
al torrente sanguíneo expandiéndose por todo el organismo.
Absorción cutánea de plaguicidas
Para evaluar el grado de protección de cada equipo en relación
al confort aportado al trabajador, los investigadores de la UAL
utilizaron una prenda de algodón −que simulaba la piel del
operario− debajo de cada EPI a evaluar. De esta forma, se puede
estimar la exposición interna total que recibe el organismo de
un trabajador, durante su jornada laboral o durante la
realización de una tarea específica, al medir la concentración
de plaguicida que absorbía dicha prenda de algodón.
Para definir la concentración de contaminante absorbido por el
organismo con mayor exactitud, los expertos integraron en este
estudio, incentivado con 12.000 euros por la Consejería de
Empleo de la Junta de Andalucía, el análisis de los fluidos
biológicos −orina y sangre− . De tal forma, se pudo estimar la
cantidad real absorbida por el cuerpo.
Asimismo, para definir el nivel de protección que proporcionaba
cada traje decidieron incluir como variables la absorción
acaecida en los diferentes segmentos del cuerpo −diferenciando
ente brazos, tronco, piernas, muñecas y tobillos−, y las
características propias de cada cultivo −altura de las matas y
densidad foliar−.
“La aplicación de plaguicidas en Almería se realiza siguiendo
los líneos, es decir, primero se aplica sobre uno de los
laterales del pasillo y, posteriormente, se vuelve sobre el
mismo aplicando en el lateral opuesto. Si la densidad foliar y
el espacio entre los lineos no es suficiente, al regresar, el
roce con las plantas recién tratadas supone una fuente de
exposición tremenda, sobre todo para los brazos”, argumenta Egea
González. Las prendas de algodón no están homologadas como
equipo de protección, no obstante se incluyeron en el estudio
para determinar si ofrecían algún grado de protección.
Trajes mixtos, una novedosa solución
Las conclusiones arrojadas en este proyecto ponen de manifiesto
que existe mayor nivel de penetración en los brazos y en las
piernas, especialmente en aquellas zonas de presión, como ocurre
en los hombros, muñecas y rodillas. Y es que, el movimiento de
las articulaciones ejerce una presión sobre el tejido que
facilita la penetración del fluido. Sin embargo en el tronco,
aunque la cantidad de plaguicida que recibe es mayor, la
penetración es mucho menor, incluyendo los trajes de algodón.
“Esta conclusión fue muy interesante, por lo que decidimos
proponer nuevos diseños de trajes de protección, ya que si los
brazos y piernas son los que realmente reciben el plaguicida, se
debe hacer especial hincapié en la protección de estas zonas
mediante un material impermeable. Mientras que el resto de zonas
corporales, como por ejemplo el tronco, se pueden liberar
mediante un material más transpirable. De esta forma se evitan
otros riesgos mayores derivados del uso de de prendas
impermeables, por ejemplo, el estrés térmico”, asegura Francisco
Javier Egea González.
No obstante, también se contempló el tiempo de exposición. Para
tareas muy dilatadas en el tiempo, los investigadores proponen
que, cuando se utilice una prenda mixta, el trabajador se cambie
el traje al transcurrir un determinado tiempo a partir del cual
se estima una protección nula.
La opinión del trabajador
Para la adecuada consecución de este estudio se incluyó la
opinión de los trabajadores. Para ello, fueron encuestados sobre
el grado de confortabilidad y protección que percibían respecto
a cada equipo de protección individual. Otro ítem versó sobre
las condiciones de trabajo y la prenda que elegirían para su
ejecución. Muchos trabajadores confesaron que durante la época
estival si no cabía la posibilidad de realizar la aplicación
durante las primeras horas de la mañana o por la noche, no los
utilizaban. Esto ponía de manifiesto que era preferible utilizar
prendas de menor protección y mayor confort, que aquellas que
los trabajadores no querían emplear.
Por último, se incluyó en la encuesta el traje que los patronos
prefieren suministrar a sus empleados. La mayoría eligieron los
trajes de campaña frente a los de un solo uso, ya que éstos le
resultaban más caros. “Las cuestiones que incluimos en la
encuesta son muy importantes a la hora de diseñar un nuevo traje
de protección, ya que si no se tienen en cuenta, difícilmente el
producto será aceptado, tanto por los aplicadores de
fitosanitarios como por los gerentes de la industria
hortofrutícola protegida”.
Las conclusiones de este estudio fueron presentadas en la 30ª
edición del Congreso Internacional de Seguridad y Salud Laboral,
celebrado bianualmente en Alemania, donde numerosos fabricantes
de EPIs mostraron un gran interés en la explotación de los datos
arrojados. Recientemente, los investigadores de la UAL, en
colaboración con distintas empresas, han solicitado un proyecto
europeo para profundizar en los diferentes tipos de fibras y
proponer nuevos trajes de protección individual destinados a la
aplicación de plaguicidas en medios y climas cálidos y/o húmedos
que sean homologados. |
|