Madrid, Spain
January 29, 2008
Source:
Fundación Antama
La agricultura se enfrenta a un difícil reto: lograr aumentar su
producción a medida que la población mundial crece, intentando
causar el menor daño al medio ambiente. Según Ramón Serrano, una
de las soluciones más eficaces sería recurrir al cultivo de
productos modificados genéticamente.
Ramón Serrano es Catedrático de Bioquímica y Biología Molecular
en el departamento de Biotecnología de la Universidad
Politécnica de Valencia (UPV), Doctor Honoris Causa por la
Universidad de Regensburg e investigador del Instituto de
Biología Molecular y Celular de Plantas (UPV-CSIC). Mañana,
miércoles 30 de enero, participará como ponente en la
conferencia “Biotecnología agraria y cultivos transgénicos:
Realidades, falsedades y ciencia ficción”. El acto dará comienzo
a las 18:00 horas, en el Salón de Actos del Colegio Oficial de
Ingenieros Agrónomos de Levante.
¿Cuál es el objetivo de esta conferencia?
Queremos presentar la situación actual de la Biotecnología
Agraria en España, especialmente para información de los
Ingenieros Agrónomos dado que existe una especialidad de la
carrera en esta disciplina, y en general, para todos los
agricultores, con el fin de que estén informados correctamente
sobre esta nueva tecnología.
¿Qué hay de realidad y que hay de ficción en torno al tabú de
los transgénicos?
La realidad es que se trata de una tecnología que funciona muy
bien, con productos en el mercado de alta eficiencia como son el
maíz y algodón transgénicos, resistentes a insectos o la soja
resistente a herbicidas. Por otro lado, la falsedad en torno a
este tipo de productos es que sean perjudiciales para la salud
humana y para el medio ambiente, mientras que la historia de
ciencia ficción que rodea a los transgénicos es que vayan a
resolver todos los problemas, en especial el problema energético
mediante biocombustibles.
¿Por qué se tiene tanto temor y rechazo a los productos MG?
Básicamente por las campañas desencadenadas por la organización
Greenpeace y secundadas por el ecologismo radical, que incluye
figuras como el Principe Carlos de Inglaterra y el Partido Verde
alemán. Poco a poco el rechazo a los transgénicos se ha
convertido en lo “políticamente correcto” y casi todos los
medios de comunicación y personalidades políticas, tanto de
derechas como de izquierdas, se han apuntado a este rechazo, sin
examinar si los supuestos problemas de los cultivos transgénicos
son reales o imaginarios, y han adoptado una actitud demagógica
muy poco crítica.
¿Cuál es el verdadero papel que desempeñan los productos MG?
¿Realmente pueden solucionar problemas como el energético?
La población mundial va a llegar a unos 10.000 millones de
personas a mitad del siglo XXI y ello requerirá duplicar la
producción de alimentos. Está fuera de duda que la mecanización
agraria, los fertilizantes y productos fitosanitarios, la
“agricultura ecológica” e incluso la mejora clásica tradicional,
no pueden ser suficientes para dar este salto adelante que va a
necesitar la tecnología agraria. Si renunciamos a los
transgénicos causaremos un daño irreversible al medio ambiente
por destrucción de bosques, pérdida de la capa superior del
suelo y contaminación por pesticidas y fertilizantes. Las
plantas transgénicas serán necesarias para alimentar a toda la
humanidad y proteger al mismo tiempo el medio ambiente. Por otra
parte, sustituir los combustibles fósiles por biocombustibles
genera actualmente tensiones alcistas en los precios de cereales
y azúcar que hacen desaconsejable esta opción. El ejemplo más
cercano de esta situación fue la vivida en México tras la subida
de precios del maíz.
Solamente cuando estén cubiertas las necesidades alimenticias de
la humanidad se deberá pensar en dedicar cosechas para la
fabricación de biocarburantes. Mientras tanto, habría que
desarrollar plantas no alimenticias como fuentes de
biocombustibles y, mediante ingeniería genética, conseguir su
producción en terrenos marginales que no compitan con la
producción de alimentos.
¿Cree que la agricultura ecológica es tan benévola como nos
la quieren mostrar?
La agricultura ecológica es una miniagricultura para ricos
caprichosos. Se trata de una producción de bajo rendimiento, sin
fertilizantes inorgánicos ni productos fitosanitarios, cuyo
mercado son tiendas y restaurantes carísimos. Además, este tipo
de agricultura supone problemas para la salud humana y para el
medio ambiente. Para la salud porque es bien conocido que al no
proteger a las plantas con productos fitosanitarios los hongos y
los insectos las atacan más y ello hace que las plantas, en su
intento para defenderse, generen muchas toxinas que ingieren los
mal informados clientes de la agricultura ecológica. Por otra
parte, el uso de abonos orgánicos (heces de animales) crea
problemas sanitarios y depende de una ganadería extensiva que es
altamente contaminante.
¿Cuáles son los retos de la ingeniería genética?
En primer lugar, aumentar la productividad de los cultivos,
sobre todo en condiciones de estrés: plagas y enfermedades,
sequía, salinidad, frío, calor, pocos nutrientes minerales…
Reduciendo así la contaminación del medioambiente con
fertilizantes y productos fitosanitarios.
Además, se debería aumentar el valor nutritivo de algunos
cultivos para evitar problemas de malnutrición en poblaciones
humanas dependientes de unos pocos alimentos incompletos. Un
ejemplo sería el “arroz dorado”, enriquecido con provitamina A y
que podría salvar millones de vidas en muchas regiones de Asia.
Sin embargo, ha sido rechazado por el ecologismo radical en un
acto de dudosa moralidad.
Además, por otro lado, conseguir la producción de
biocombustibles en terrenos marginales y con plantas que no
compitan con la producción de alimentos.
En estos momentos todos los medios de comunicación están
centrados en el tema de los transgénicos tras la prohibición del
maíz MON810 por parte del gobierno de Sarkozy, ¿qué opina de
esta medida? ¿Qué intereses hay detrás de esta decisión?
Sarkozy ha demostrado con esta decisión una gran hipocresía,
pues se ha plegado a las presiones del movimiento que yo
llamaría “todos al neolítico” que capitanea Bové. Pero esta
“hipocresía ecológica” es general en Francia, el país con más
centrales nucleares del mundo y a las que nadie ataca, ya que
gran parte de la población vive de ellas. Por otra parte, en la
Europa rica que subvenciona la producción de alimentos, los
criterios de eficiencia en agricultura no cuentan. Es más
rentable políticamente prohibir los transgénicos y explotar la
“mala conciencia” ecológica que se ha instalado en la mentalidad
europea, sin ninguna crítica a los argumentos del movimiento
ecologista, repletos de inexactitudes y falsedades.
¿Cree que España podría “contagiarse” de esta medida?
Por supuesto. Los días del maíz transgénico en España están
contados, pues ni la derecha ni la izquierda se van a atrever a
defenderlo. Nadie tendrá, en el caso de los transgénicos, la
valentía que tuvo Felipe González cuando convenció a los
españoles de que nuestro país debería entrar en la OTAN, a pesar
de que en aquel momento lo políticamente correcto era oponerse.
Falta talla intelectual y sobra demagogia. Es muy triste que
periódicos relativamente críticos como El Mundo estén en contra
de los transgénicos sin haber analizado seriamente el problema.
¿Hay suficientes ayudas e inversiones en investigación en
este campo?
La Unión Europea ha frenado la investigación sobre transgénicos.
Todos los países han reducido la financiación en este campo e
incluso algunos países, como Dinamarca la han dejado a cero.
Sólo unas pocas empresas europeas explotan esta tecnología,
sobreviviendo gracias a la generación de patentes de genes que
luego venden a las multinacionales americanas.
¿Cuál es el futuro próximo de los productos transgénicos?
El futuro de los transgénicos no es nada halagüeño. La empresa
Monsanto ha parado los programas de desarrollo de trigo
transgénico y China los de arroz, ambos por miedo a que los
europeos no importen sus productos. Si los europeos rechazan los
transgénicos para alimentación humana, solamente se producirá
maíz y soja para alimentación animal en América y no se
desarrollarán otro tipo de cosechas transgénicas.
Necesitamos que se haga la luz en este tema y que se
desenmascaren los prejuicios ideológicos, desgraciadamente
presentes incluso en algunos científicos contrarios a los
transgénicos pero que defienden otros aspectos socialmente
delicados como la manipulación de embriones humanos. Solamente
si personalidades de gran relevancia social y política
convencieran a la opinión pública, podría cambiar la situación
de los transgénicos en Europa y en España.
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