Sevilla, Spain
November 21, 2007
Source:
Fundación Antama
En la jornada de prensa
celebrada ayer por el Instituto de Cuestiones Agrarias y
Ambientales (ICAM), técnicos, científicos y agricultores
valoraron los diez años de coexistencia entre cultivos
modificados genéticamente, convencionales y ecológicos. También
pidieron a las autoridades más racionalidad a la hora de
legislar esta coexistencia para que no suponga un freno al
desarrollo de la Biotecnología agraria en España
Los diez años de coexistencia entre cultivos de maíz modificado
genéticamente, convencionales y ecológicos fueron analizados y
valorados ayer en una jornada de prensa, coincidiendo con la III
Conferencia Internacional sobre coexistencia de cultivos
modificados genéticamente y convencionales en la cadena
alimentaria (GMCC 07), coordinada por el Joint Research Center
(JRC) de la Unión Europea. Este evento fue organizado por el
Instituto de Cuestiones Agrarias y Medioambientales (ICAM) y
contó con colaboración de Fundación Antama.
Participaron en la jornada José Ignacio Cubero, catedrático de
Genética de la Universidad de Córdoba, Ricardo Serra,
vicepresidente de ICAM, y Gonzalo Niubó y Javier Fernández,
ambos agricultores y representantes del grupo Probio. Todos
ellos pidieron racionalidad a las autoridades españolas y
comunitarias a la hora de legislar la coexistencia de cultivos,
para que esta normativa no suponga una importante barrera al
desarrollo de la Biotecnología agroalimentaria en nuestro país.
José Ignacio Cubero remarcó que la regulación de la coexistencia
de cultivos sólo tiene consecuencias económicas y comerciales,
no de seguridad. “Cuando una semilla modificada genéticamente
sale al mercado es porque ha superado los más estrictos
controles de seguridad”, afirmó.
Abogó por la necesidad de asumir las novedades que la tecnología
ofrece al desarrollo de la agricultura como ya lo han hecho
“todos los agricultores españoles que han sembrado 75.000
hectáreas de maíz modificado genéticamente en la última
campaña”.
Según el vicepresidente del ICAM, Ricardo Serra, “hay que dejar
que los científicos hablen, y sacar lo emocional del debate
sobre los organismos modificados genéticamente”. “Aquí todos
somos ecologistas, porque la sostenibilidad del medio ambiente
depende en gran medida de los agricultores, ya que es nuestro
medio de vida”, añadió.
Por su parte, el agricultor sevillano Javier Fernández, presentó
Probio como “un grupo de agricultores profesionales que
defendemos la Biotecnología como un nuevo horizonte para la
agricultura y el medio ambiente”. También intevino Gonzalo
Niubó, quien lleva 45 años como agricultor, y desde 2003
cultivando maíz Bt. Niubó apostó por la Biotecnología como “la
esperanza de futuro que necesitaba la agricultura para no perder
el tren de la modernidad”.
Visita a un campo de maíz
Durante la segunda parte de esta jornada se desarrollaron los
resultados de un ensayo realizado en un campo de maíz cercano a
Sevilla. En este campo se ha cultivado maíz blanco rodeado de
maíz amarillo para estudiar el flujo de polen entre siembras
comerciales y la distancia ideal para evitar la presencia
accidental de maíz modificado genéticamente en un campo de maíz
convencional.
Según los resultados analizados, a 9 metros de distancia el
porcentaje de maíz Bt es de 0,89%, por debajo del límite en el
que es obligatorio etiquetar este maíz como modificado
genéticamente. Por ello, una distancia de entre 10 y 25 metros
resulta suficiente para garantizar la coexistencia de ambos
cultivos. |
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