Madrid, Spain
May 7, 2007
Source:
Fundación Antama
Científicos de Israel emplean
la biotecnología para modificar aromas y trasladarlos a flores
que desprenden perfumes poco intensos
Las flores que exhalan poco aroma ya no volverán a parecernos de
menor categoría en comparación con las que sí lo hacen, gracias
al trabajo científico de un equipo de investigadores de la
Universidad Hebrea de
Jerusalén, que ha logrado aislar y descifrar la composición
de los genes y proteínas que operan en la producción de
fragancia de rosas y claveles. Tras este descubrimiento, el
grupo, liderado por el profesor Alexander Vainstein, ha empleado
técnicas de ingeniería genética para alterar la producción de
aroma e insertarlo en otras flores de olor menos intenso.
Petunias y claveles podrán desprender perfumes más profundos.
El biólogo molecular que lidera el equipo, Alexander Vainstein,
comenzó estudiando el mecanismo molecular del aroma de las
flores sólo por curiosidad. “Hasta hace poco tiempo, la gente
conocía muy poco sobre le mecanismo genético de la producción de
aroma”, afirma, tras indicar que el aroma de las flores es “una
cosa muy volátil” y que “las flores huelen de forma diferente
según los momentos del día, de si hace frío o calor, o de si la
planta es joven o vieja”. Una vez que los científicos aislaron y
descifraron la composición de los genes y proteínas que operan
en la producción de la fragancia de rosas y claveles, según
explica Vainstein, tomaron el gen responsable para este
componente de las rosas y lo insertaron en petunias y claveles,
según recoge la lista de distribución de noticias
Agbioworld.
“Esto significa que la petunia produce ahora componentes
aromáticos encontrados normalmente en las rosas. No es que las
petunias ahora huelan a rosas, sino que ofrecen un aroma mucho
más intenso que antes”, matiza el profesor israelí. En otro
proyecto similar, llevado a cabo en Estados Unidos, los
científicos tomaron un gen de una pequeña planta aromática que
originaria de California y la introdujeron en plantas de clavel,
que desde entonces produce el mismo componente aromático que el
vegetal californiano. Al mismo tiempo, descubrieron un método
para silenciar el olor de las plantas si éste resulta
desagradable.
El profesor Vainstein se muestra orgulloso de sus invernaderos,
localizados en el Instituto de Ciencia y Genética de Plantas
“Robert H. Smith”, dependiente de la universidad israelí. Otro
avance alcanzado por su equipo consiste en introducir el aroma
de las flores en alimentos como el pan o el vino, gracias a unos
componentes de las levaduras. El científico sostiene que,
actualmente, quienes manufacturan alimentos suelen recurrir a
componentes aromáticos sintéticos, pero que su trabajo les
capacitará para crear y emplear componentes naturales.
Además de la fragancia, el equipo de Vainstein, formado por 14
catedráticos y estudiantes, ha cosechado éxitos en la mejora del
color, mediante la introducción de nuevos colores en las flores,
como por ejemplo la gypsophila, tradicionalmente de color
blanco. En este sentido, la Universidad ya ha desarrollado
varias líneas de claveles de colores como el verde pastel y
verde pálido, y trabajan de forma progresiva en la mejora del
color de las rosas.
El investigador destaca que estas flores transgénicas se
desarrollan tan sólo en 3 ó 4 localizaciones en todo el mundo, y
que la Universidad hebrea alberga el único laboratorio de
investigación que se ocupa tanto de la mejora del aroma como del
color. “La mayoría de los laboratorios trabajan o el color o el
aroma; nosotros trabajamos con los dos”, subraya. Este grupo de
investigadores también se dedica al desarrollo de plantas con
una mejor resistencia a enfermedades y con mayor número de
raíces, para obtener más cantidad de flores. |
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