Valencia, Spain
October 24, 2006
Source:
Fundación Antama
El Instituto de Biología
Molecular y Celular de Plantas (IBMCP), en Valencia, utiliza
herramientas de la biotecnología para crear tomates azules
terapéuticos que, diseñados mediante modificación genética,
sirven para crear vacunas, entre otros fines. Además, los
científicos de este centro de investigación han logrado
variedades transgénicas de colza, tabaco, arroz, pepino, sandía,
de plantas ornamentales como el geranio y la pawlonia,
destinada a la producción de biomasa.
De la mano de José
Pío Beltrán, Antonio Granell, investigador del IBMCP, trabaja
con la planta del tomate y sus diversas aplicaciones, que pueden
ser terapéuticas o de cambio de las características en los
frutos. Según destacó Granell, las plantas de tomate
transgénicas “son esenciales para averiguar cual es la función
de cada gen en la formación de un fruto de calidad que puede,
por ejemplo, desarrollarse en condiciones ambientales en las que
normalmente no lo harían”. Esto es, que una planta transgénica
podría adaptarse perfectamente a las condiciones del medio
(estreses biótiocos o abióticos).
Asimismo, Antonio
Granell sostiene que, desde el IBMCP, se han logrado tomates
visualmente distinguibles de los convencionales y cuyos frutos
poseen cualidades tales como mayores antioxidantes, mejor sabor
y aroma, más vitaminas (C y A) o carencia de semillas. También
han creado plantas transgénicas a las que se les ha introducido
un fondo genético que las hace fácilmente distinguibles para que
no entren en la cadena alimenticia. Es el caso de los “tomates
azules”, cuya producción sirve para crear vacunas, tolerógenos
para una serie de enfermedades y otras proteínas de alto valor
añadido, todo ello con fines terapéuticos.
Actualmente,
Genoma España ha creado un estudio de la secuenciación del
genoma del tomate, aún no descubierto al completo. Descubrir la
secuenciación genómica del tomate, proyecto en el que participa
el IBMCP representando a España junto con otros 8 países, es un
esfuerzo internacional cuyo resultados ayudarán a avanzar con
más rapidez en la identificación de genes que hay detrás de
muchos caracteres de interés agronómico, salud o calidad.
A juicio de
Granell, resulta “razonable” entender una cierta reticencia por
parte del consumidor a que los tomates transgénicos entren en la
cadena alimenticia, “por razones de novedad y desconocimiento”;
es también razonable, asegura, que el consumidor bien informado
“sea el que finalmente valore si le interesa o no”, cuando dicho
transgénico le aporte una serie de características en el fruto o
en la planta “que no puede obtener de otra forma o si lo puede
es a un coste económico o medioambiental mucho mayor.” Pese a
todo, cualquier producto biotecnológico implica un balance y un
riesgo que hay que valorar según los casos. |