March 26, 2008
Source:
Fundación Antama
La
Secretaría Mexicana de Medio Ambiente y Recursos Naturales
(Semarnat) ha dado luz verde a la Ley de Bioseguridad que
permite la importación, exportación y siembra de cultivos
transgénicos en todo el país con restricciones especiales para
el maíz. El reglamento define los productos sujetos al mismo y
establece permisos y requisitos necesarios para la siembra de
estas variedades genéticamente modificadas.
El maíz, uno de los principales alimentos de la sociedad
mexicana, ha sido uno de los principales impedimentos para la
puesta en marcha de este reglamento. Entre 2000 y 2006 el
Gobierno de Vicente Fox rechazó en tres ocasiones la solicitud
de siembra experimental de maíz transgénico por parte de
Monsanto, Pioner y Dow Agrosciences.
La Ley de Bioseguridad establece que las importaciones o
exportaciones de granos para la alimentación animal o humana
incluyan una advertencia de que puede contener productos
transgénicos. Además, se define y se reglamenta el conocimiento
y la conservación de los recursos genéticos, la responsabilidad
por los daños que puedan ocasionar a la salud, el medio ambiente
o la sanidad animal, así como sus aspectos experimentales y
comerciales.
En el caso del maíz, el reglamento establece una limitación
legal para evitar su degeneración, al igual que la de otros
cultivos de origen mexicano, que fija “un régimen de protección
especial”, aunque no especifica cuál. También se autoriza la
importación de transgénicos destinados al consumo o al
procesamiento para seres humanos, y para aplicaciones de salud
pública o la biorremediación.
En la actualidad, el rendimiento medio de maíz en México es de
2,5 toneladas por hectárea. En estados como Sinaloa, en el que
el 99% de los cultivos se hacen con semillas híbridas
resistentes a distintas plagas, las cosechas alcanzan las 9
toneladas. El gasto de insecticidas en los campos mexicanos
ronda los 15 dólares por hectárea, una cifra que con el uso de
transgénicos se eliminaría prácticamente por completo a la vez
que se hace un uso del agua más efectivo con su consiguiente
ahorro.
Según el Instituto Mexicano de la Competitividad (IMCO), la
siembra de maíz transgénico en el país no sólo aumenta la
producción de esta materia prima, si no también de cultivos como
frijol, caña de azúcar y trigo, ya que se liberan más recursos
como tierra, dinero o fertilizantes al permitir rendimientos
mayores por hectárea a menores costes. En esta línea, también
destaca la oportunidad para crear nuevas empresas y para mejor
el bienestar de los campesinos más pobres al permitir que sus
parcelas sean rentables y generen mayores ingresos.
En el libro ‘La economía política del maíz en México’, el Centro
de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP) argumenta que
sin los transgénicos el desarrollo del campo mexicano es
inviable, ya que la demanda nacional e internacional aumenta
cada día principalmente por el consumo pecuario. “El campo
mexicano mantiene una progresiva desventaja frente al sector
agrícola estadounidense, particularmente en el cultivo de maíz,
lo que ha motivado el crecimiento de la dependencia en las
importaciones provenientes de Estados Unidos”, agrega el CEESP. |
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